Coloca cada chocolate en un recipiente resistente al calor sobre una cacerola con agua hirviendo a fuego lento (baño maría). Permite que los chocolates se derritan, revolviendo ocasionalmente. Reserva hasta que estén listos para usar.
Coloque los huevos, las yemas adicionales y el azúcar en un bol resistente al calor. Coloque sobre una cacerola con agua hirviendo a fuego lento y, usando una batidora eléctrica de mano, bata durante 6–8 minutos o hasta que esté espeso y pálido. Retire del fuego y deje enfriar un poco.
Bate la crema hasta que se formen picos firmes. Incorpora suavemente la mezcla de huevo hasta que esté bien combinada.
Divide la mezcla en tres cantidades de igual tamaño, e incorpora los chocolates, cada uno en un recipiente diferente.
Forra un molde para pan de 2 litros de capacidad con envoltura de plástico y vierte la mezcla de chocolate blanco. Congela durante 20 minutos o hasta que esté parcialmente cuajado, dejando las otras mezclas a temperatura ambiente.
Vierte suavemente la mezcla de chocolate con leche sobre el blanco y extiende de manera uniforme. Congela por otros 20 minutos o hasta que esté parcialmente cuajado.
Vierta suavemente la mezcla de chocolate negro sobre la de leche. Congele durante 4-6 horas o toda la noche.
Cuando esté listo para servir, invierta en un plato, retire el envoltorio de plástico, decore si lo desea con rizos de chocolate o chocolate rallado y corte en rebanadas.