Engrasa generosamente un molde de 9x13 pulgadas (23x33cm) con aceite de oliva para evitar que se pegue y añadir sabor.
Con cuidado, voltee la masa en el molde preparado. Moldee suavemente en un rectángulo irregular sin presionar demasiado para preservar la ligereza de la masa. Déjela reposar en el molde durante 5 minutos para que se relaje.
Después de descansar, usa tus dedos aceitados para estirar suavemente la masa hacia los bordes del molde. Trabaja desde el centro hacia afuera, teniendo cuidado de no desinflar la masa. Si la masa resiste el estiramiento, déjala reposar unos minutos más y vuelve a intentarlo.
Una vez que la masa esté extendida hasta los bordes, cubre la bandeja con un paño de cocina limpio o envoltura de plástico. Déjala reposar a temperatura ambiente durante 2 a 3 horas, permitiendo que suba y llene la bandeja. La masa debe volverse esponjosa y suave durante este tiempo.
Precalienta el horno a 425°F (220°C).
Rocíe aceite de oliva sobre la superficie de la masa.
Usando las yemas de los dedos, presiona la masa para crear hoyuelos por toda la superficie.
Ahora, añade tus ingredientes favoritos. En este caso, cubre la masa con tomates cherry partidos por la mitad, rodajas de cebolla roja, ramitas de romero fresco y una pizca de sal marina en escamas.
Hornea la focaccia durante unos 25 minutos hasta que esté dorada y crujiente en los bordes.
Opcional: Después de hornear, rocía un poco más de aceite de oliva sobre la focaccia para mayor riqueza y brillo.
Permita que la focaccia se enfríe en la bandeja durante 5 minutos antes de transferirla cuidadosamente a una rejilla para que se enfríe completamente. Esto asegura que la parte inferior se mantenga crujiente y no se vuelva empapada.